El suelo pélvico está constituido por numerosos y pequeños músculos, aunque funciona como una unidad cuando se contrae, cerrando y elevando los órganos que se encuentran en el interior de la pelvis (uretra, vagina y ano).
Recientemente, se ha demostrado que también ejerce una importante función de cierre de las articulaciones de la pelvis, y que todas estas acciones se desarrollan conjuntamente con la musculatura profunda del abdomen.
En la musculatura abdominal se pueden diferenciar cuatro capas de músculos. Las dos capas más internas están conformadas por el “transverso del abdomen” y el “oblicuo interno” que son los dos músculos abdominales profundos. Los últimos estudios demuestran que el suelo pélvico, junto con estos dos músculos abdominales profundos, están implicados en la mayoría de las actividades que realizamos a lo largo de día, como pueden ser mantenerse de pie, mover los brazos o las piernas, cargar peso, toser, estornudar e, incluso, respirar.
Todas estas actividades requieren una correcta estabilidad de la columna y de la pelvis para su desarrollo además del apropiado cierre de los esfínteres. Si estas dos condiciones no se cumplen, aumentan los riesgos de problemas de suelo pélvico, tales como la incontinencia urinaria o el dolor de espalda.
Esta actividad conjunta entre el abdomen y el suelo pélvico se produce de manera inconsciente al llevar a cabo dichas actividades. En cambio, cuando contraemos el suelo pélvico consciente, voluntaria y correctamente, podremos sentir cómo se activa también la musculatura profunda del abdomen involuntariamente, y es que son dos estructuras que trabajan de manera conjunta. También sucede a la inversa. Al contraer la musculatura profunda del abdomen conseguimos activar el suelo pélvico.
Estas son las dos tareas que se trabajan durante los programas de fortalecimiento de dichos músculos. Sería un error no prestar atención a ambas estructuras.
Las visitas a consulta suelen estar motivadas por las siguientes situaciones:
- Cuando el suelo pélvico está débil y no es capaz de cerrar la uretra o de sujetar correctamente a los órganos.
- Cuando el suelo pélvico no se contrae simultáneamente con la musculatura profunda del abdomen y/o cuando está excesivamente contraído y no es capaz de relajarse.
- Cuando la musculatura profunda del abdomen está débil y es incapaz de activarse correctamente durante los esfuerzos o durante las contracciones de suelo pélvico.
Es entonces cuando pueden aparecer alguno de los siguientes síntomas:
- Dolor de espalda
- Incontinencia urinaria
- Prolapsos
- Dolor durante las relaciones sexuales
- Los problemas del suelo pélvico pueden afectar también a la región lumbar.
Debido a la complejidad del sistema abdomino-pelviano, cualquier mujer que padezca alguna disfunción de suelo pélvico debe ser valorada por especialistas. Si te encuentras en alguna de las situaciones anteriores, o crees que tu problema puede estar relacionado con una disfunción del suelo pélvico, te recomendamos que te pongas en contacto con nuestro equipo de especialistas.