Los músculos profundos del abdomen son el transverso del abdomen y las fibras más posteriores del oblicuo interno. Son músculos que tienen un funcionamiento muy similar dado que forman parte del sistema muscular local de estabilización lumbar. El transverso, además, está implicado en la respiración, cuando soltamos el aire.
Ambos músculos se contraen simultáneamente al suelo pélvico. Esto quiere decir que cuando contraemos voluntariamente el suelo pélvico este plano profundo abdominal también se contrae ligeramente, de forma involuntaria, sin que podamos inhibirlo. Y, a la inversa, también sucede. Cuando contraemos el plano profundo abdominal se produce una ligera contracción del suelo pélvico. Ambas contracciones son suaves y se pueden percibir bien si centramos nuestra atención en estas estructuras mientras realizamos los ejercicios correspondientes para activarlas. Así, cuando contraemos el suelo pélvico de forma moderada, sentiremos una ligera tensión en la parte baja de nuestro abdomen, por debajo del ombligo. Esta tensión es la contracción del músculo transverso del abdomen y, dependiendo de la fuerza de la contracción del suelo pélvico, también podremos sentir el oblicuo interno.
Por el contrario, la musculatura superficial del abdomen, es decir, los músculos rectos abdominales y los oblicuos externos, son músculos que también van a ayudar a la estabilización de la columna, pero de una forma más global, no tan precisa como los anteriores. Son músculos capaces de aumentar en gran medida la presión dentro de nuestro abdomen y hay que tener cuidado con ellos, pues si los usamos con frecuencia podemos sobrecargar al suelo pélvico, que es quien va a recibir las presiones que ellos generen. No se contraen en absoluto de forma simultánea al suelo pélvico, es decir, nunca debemos sentir que cuando contraemos ligeramente el suelo pélvico, en un ejercicio básico, se produce una contracción de este plano abdominal.
¿Qué sentiremos cuando se contrae este plano superficial?
La contracción del plano superficial del abdomen provoca una tensión en la parte alta del abdomen, por encima del ombligo. Suelen ser contracciones fuertes, no ligeras, y sentiremos que se cierran nuestras costillas, que se bloquea el abdomen y que no podemos realizar una respiración abdominal debido a ese bloqueo. A veces, incluso se puede observar un abombamiento en la parte baja del abdomen. Esto sería totalmente incorrecto si estamos realizando ejercicios básicos de suelo pélvico.